Aplicadas
Una curiosidad que la perspectiva de vivir en el 2011 permite percibir es que, a diferencia de los ochenta o los setenta, los noventa fue una década que nunca se murió del todo. Toda década en general es negada por la subsiguiente, período de diez años que con el tiempo se fue acortando al rango de seis, siete años. Hoy, lo más demodé que podría uno recordar es ese estilo de nü metal que por un momento acarició cierta popularidad en la escena uruguaya (estaba Cleptodonte -más bien con un funk metal-, más conocidos por aquella canción del 104, y a la lista se le sumarían otras como Cave Canem -que en realidad es más reciente). Sin embargo, luego del período de ostracismo típico de ese impasse, surge la reconsideración de la década pasada, muchas veces de forma sincera, otras veces de forma paródica (pensemos el revival de los ochenta, que hace unos años eran impensables y que poco a poco fueron adueñándose de espacios de la publicidad, la moda y la música uruguaya e internacional). Pero los noventa, en Uruguay, a su manera siguieron su caminoo, como un elefante sonámbulo que se abre paso entre restos de marfil. Nunca dejaron de haber bandas devotas a Nirvana, hoy en día los toques tributo a Kurt Cobain y cia siguen realizándose concienzudamente por bandas como Mareos. Incluso, Buenos Muchachos, posiblemente la banda más importante del indie uruguayo, es un heredero directo de los años del Big Muff, más allá de todas las transformaciones e innovaciones que se fueron dando a los largo de los años.
Es en esta tradición que entra Señora, disco debut de las Hey ladies!, una banda íntegramente conformada por mujeres, que registra en su sonido un puente directo y sin concesiones al sonido de la época mencionada. Desde el comienzo de “Parque acuático”, vemos el pulso impasivo, semi distorsionado, pero a la vez melódico de la guitarra, un estilo que podía percibirse en el Rid of me, de Pj Harvey (de hecho, casi la totalidad de los temas de Señora están completamente arados por la guitarra, la cual aparece siempre sola al inicio, como marcando el tiempo o el ritmo, en algotan ritualístico como el grito clásico de “one, two, three, tour”). Sin embargo, lejos de la furia de Polly Jean, la voz de María Laura Prigue es más amable, más comprometida con la melodía, como una versión más relajada de la de Kim Deal en The Breeders (posiblemente la banda más notoria en el sonido de Hey Ladies!). Las letras tampoco optan por la furia, siguen siendo apostillas emocionales marcadas por rupturas o idilios, pero captadas por un tono medio chabacán y cotidiano, de mate y café con leche, que, de vez en cuando, llega a hallazgos interesantes. Ejemplo de esto se encuentra en versos como “me voy a quedar esperando, como una naba” (en Más plazas), “tus chicles de banana, se nota al pasar, que vos sos un banana, capaz no tanto” (en Banana, quizás el mayor acierto del disco entero). El personaje que encarna Prigue, muchas veces es el de una persona enojada, que no puede, a pesar de su intento, estarlo del todo. Es en esa ambigüedad que Banana es tan buen tema.
Retomando este aspecto, el estilo vocalístico tiene coherencia interna con estas decisiones, pero aún así le falta un plus para que lo haga verdaderamente interesante. Quizás la voz suene demasiado seca, pudiéndose haber optado en la producción por algún filtro que le diera más cuerpo, o capaz que por momentos las melodías buscadas no son las más adecuadas para el registro de la vocalista.
Lo más logrado de todo el álbum sea posiblemente el juego de guitarras, que también están muy inteligentemente grabadas (con las que, más allá de la referencia noventosa –conocida por el muro de sonido más clásico de Sonic Youth-, Señora logra en su mezcla separar e individualizarlas, escuchándose en los audífonos como si uno estuviera en el centro de una estrella, con cada una de sus puntas sonando algo alejadas entre sí). En este aspecto estilístico se reconocen todos los grandes piques de la época reproducidos con astucia: los crescendos y las intros distorsionados a lo Sonic Youth en “Cual es” e “Intromental”, respectivamente; el juego fundamental entre bajo y batería de los Pixies en “Interestelar”; o el sonido de Sebadoh en la entrada y salida de ciertos instrumentos. Se nota que las Hey ladies! entendieron muy bien todo esto y lo plasmaron en un disco consistente y con algunos temas con posibilidad de hit. Aún así, Señora termina resultando la carpeta final de un alumno aplicadísimo, pero demasiado atenido a los apuntes de sus antiguos maestros como para tener ese plus capaz de convertirlo en un trabajo memorable.
Publicado en la diaria el 4 de marzo de 2011
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