Cercano Este
El próximo viernes 10 de marzo se celebra la inauguración del XV Festival Internacional de cine de Punta del Este, evento que además de las proyecciones en las salas Cantegril y Libertador, incorporará espacios menos comunes como la Sala de Cultura de Maldonado y proyecciones al aire libre en diferentes lugares del departamento (un formato que en los últimos años –especialmente en verano- ha demostrado ser muy efectivo).
Los quince años es una edad engañosa, considerando que el Festival tiene un largo y rico pasado que se remonta a su inauguración en el año 1951, donde era uno de los pocos de Latinoamerica. Algunas de aquellas ediciones forman parte de la mitología cinematográfica de nuestro país, entre ellas el comienzo de lo que sería la importantísima carrera de Akira Kurosawa (con la proyección de Rashomon), Diario de un cura rural, de Robert Bresson y, posiblemente la más comentada y recurrente, el descubrimiento de Ingmar Bergman por Alsina Thevenet (junyo a los otro diez que integraban el jurado de la crítica, como a Thevenet le gustaba aclarar) con el film Juventud divino tesoro, cuando el sueco era prácticamente desconocido por fuera de su país.
La selección del films de este año está marcada por un fuerte perfil latinoamericano, pero también se incluyen películas de Polonia, Francia, Estados Unidos, Italia, Japón y Dinamarca.
El Uruguay de viejos
Intentar encontrar un cable interior que atraviese a todos los films es un aventuramiento teórico prácticamente delirante, pero a la hora de hacer una lectura de un festival, se puede ir encontrando ritornelos o algunos arroyos y ríos compartidos en común entre varios de los films. El recurso más a la mano es agrupar a los films de acuerdo a su país de procedencia y de ahí poder hablar de ellos como reflejo de alguna realidad nacional. Una de las muestras que quizás se ofrecen mejor para este tipo de excursiones teóricas es la colección de películas uruguayas que integran al festival, entre las cuales tres de ellas (exceptuando Amor robot, de Nicolás Branca, que es una comedia experimental con mucho de cine de ensayo) abordan el tema de la vejez, o más bien, qué hacer con la vejez. Las flores de mi familia, dirigida por Juan Ignacio Fernández Hoppe -a quien tuvimos el gusto de entrevistar unos días atrás-, es un film sobre su abuela y la relación que ésta mantiene con su hija –es decir, la madre del director- quien al formar una nueva pareja decide mudarse y no tiene con quién dejarla. La presencia fantasmal del director, como si estuviera detrás de un grueso vidrio, registra pequeños detalles e inflexiones, llegando a una proximidad que toma al mismo apartamento como un personaje más. Hospi, de Gerardo Castelli, también aborda el tema de la vejez, pero en este caso en un documental sobre un centro de cuidados paliativos, donde se atiende a los pacientes y sus familiares en sus últimos momentos de vida. Finalmente, alejándose del estilo documental está La demora, primera película uruguaya dirigida por Rodrigo Plá, radicado en México, que viene a Punta del Este después de haber alzado dos premios en Berlín (la película dará el cierre al Festival el sábado 17 de marzo y contará con la presencia de la escritora Laura Santullo y todo el elenco del film). En ella se narra la vida de una mujer (Roxana Blanco, que también estelariza El sexo de las madres, siendo la única actriz que protagoniza dos films del Festival) que acosada por una vida cotidiana asfixiante decide dejar a su padre –que parece acusar los inicios de una enfermedad degenerativa- en el banco de una plaza. Cabe mencionar que no es la primera vez que se trae ese tema a pantalla, ya habiendo sido retratado en el durísimo film La espera (Aldo Garay, 2001). En un escenario comandado por directores jóvenes, que a partir del éxito de 25 watts pareció zambullirse en historias sobre esta franja etaria, esta nueva recurrencia en el tema de la vejez es un síntoma interesante para analizar, más allá del cine actual, a nuestra sociedad en sí.
Centroamérica en llamas
Otra de las líneas más distinguibles del Festival son los documentales políticos, con muchos títulos que vienen con un extenso historial de polémicas y efectos sociales inmediatos (y que en cierto modo parecen concentrarse en la franja centroamericana). Uno de los films más comentados que integran esta lista es Granito de arena, de Pamela Yates, documental que actúa como una especie de secuela de la conocida Cuando las montañas tiemblan, película 1983 que fuera uno de los primeros registros que introdujera a Rigoberta Menchú y el drama de la situación política y social de Guatemala, cuando la defensora del pueblo maya todavía no había adquirido la notoriedad que tendría a partir de ser galardonada en 1992 con el Premio Nobel de la paz. La película estuvo en primera plana el pasado mes de febrero, porque fue una de las pruebas principales para enjuiciar a Efraín Ríos Montt, quien dirigiera una campaña de exterminio a la población maya durante la guerra civil de aquellos años. La realidad centroamericana entre guerras también es ratratada por El lugar más pequeño (Tatiana Huezo, 2011) y El cadáver exquisito (Víctor Ruano, 2011), dos films que se centran en la historia reciente salvadoreña, pero con aproximaciones estilísticas completamente diferentes. Finalmente, a la grilla se le agrega Big Boys Gone Bananas!, de Fredrik Gertten, que más allá de ser una producción danesa, lleva un tema que involucra al pueblo nicaragüense, vinculado a las actividades ilegales de una industria bananera norteamericana que utiliza pesticidas prohibidos que afectaron a una gran parte de los trabajadores del lugar.
La otra pared
El festival cuenta con una sólida participación de films argentinos, entre los que se encuentran Aballay, el hombre sin miedo (western gauchesco inspirado en la obra de Antonio de Benedetto, que resultara el film elegido por Argentina para que los representara en los premios Oscar), Medianeras (Gustavo Taretto 2011), El polonio (Daiana Rosenfeld 2011), y El sexo de las madres (Alejandra Marino, 2011), todos ellos acompañados por sus respectivos directores, que presentarán sus obras y darán entrevistas. La película de Taretto es, a simple vista, una comedia romántica, pero el verdadero tema es la ciudad de Buenos Aires y la metáfora de la arquitectura y las medianeras sirve para señalar ese aspecto antropófago y asfixiante de una urbe en la que a la gente le resulta imposible encontrarse. En esta temática, compone junto a El hombre de al lado (de la dupla Cohn-Duprat, directores de la disparatada Querida voy a comprar cigarrilos y vuelvo, que también está incluida en la grilla del festival) una especie de díptico sobre vínculos humanos examinados a través de la arquitectura.
Junto a visitas especiales como la de la brasileña Cecilia Amado (directora de Capitanes de la arena, obra adaptada de la novela de su famoso abuelo, Jorge Amado), o Francisca Gavilán (quien encarnara a Violeta Parra en Violeta se fue a los cielos, película que abrirá el festival), se suman unos interesantes títulos extranjeros, entre ellos Essential Killing (Jerzy Skolimowski, 2010) y Culpables de romance (Sion Sono, 2011). La primera trae a pantalla a un afgano capturado por el ejército de Estados Unidos (interpretado por Vincent Gallo, con un papel que le mereciera el premio a Mejor Actor en el Festival de Venecia), que tras volcarse el camión que lo transportaba en un frío bosque europeo, emprende una fuga que enmarcará todo el film. La película de Skolimowski forma parte de ese subgénero que conforman las “películas de cacería”, sólo que, a diferencia de El fugitivo o la entretenidísima Apocalipto, despoja todo lo que no forma parte de la huida –desde el contenido político hasta los mismos diálogos (Gallo no dice una sola palabra en todo el film- y se queda con un retrato casi animal de lo que es el juego del depredador y su presa. Finalmente, Culpable de romance es Sion Sono como sólo él sabe serlo: una mujer policía encuentra en un barrio de prostitutas los cuerpos de dos mujeres, o más que los cuerpos, partes de ellos complementados con trozos de maniquíes, y a partir de ahí la película empieza a tejer los inicios, la historia que derivó en aquel bizarro resultado. Sono, uno de los directores más desaforados y apabullantes del cine japonés actual, siempre parece estar haciendo muchas películas al mismo tiempo, y en este caso los fans del realizador podrán ver más de lo que aman: hombres disfrazados de druggos de la Naranja Mecánica, bombas de pintura rosa entremezcladas con sangre y una subhistoria de amor y adulterio que actúa como una Belle de jour delirante.
En fin, estos sólo fueron algunos de los títulos que van a tener al Este del país en foco durante una semana. Para más información, se puede visitar la página http://cinepunta.com donde se actualiza información sobre programación y eventos del Festival.
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