viernes, 20 de abril de 2012

Cadáver Exquisito- Diagonales (Perro Andaluz/ Caracol Rojo, 2012)


Aduanas
Antes de escribir la nota me dispuse a escuchar el disco una vez más, pero considerando que eran las nueve de la mañana –y todavía no mandé a reparar mis audífonos-, sólo pude escucharlo a unos pocos decibelios, desde los parlantes machacados de mi computadora. Al segundo tema detengo el disco y me doy cuenta de que voy a tener que esperar hasta las doce, cuando la mayoría de la gente esté despierta y pueda subir el volumen hasta donde me plazca. Pocas bandas en Uruguay tienen una relación tan simbiótica con el volumen como Cadáver Exquisito. Todos los amplificadores parecen estar subidos al nivel once de Spinal Tap, como si fuera una competencia por cuál de las guitarras suena más alta, tapando por completo las voces. El baterista Manuel Souto no se queda atrás –si no es el mejor baterista de rock de Uruguay, por lo menos es el más violento-, también sumándose a esa especie de carrera armamentista fuera de pactos bilaterales o cenas diplomáticas. Los pibes de Cadáver hacen música para que se escuche fuerte, pero no desde la comodidad autística de los audífonos, sino desde parlantes asediando un cuarto herméticamente cerrado. Subir los graves, seguir subiendo hasta que el agua del vaso empiece a vibrar como con los pasos del tiranosaurio.
Puede localizarse en esta característica una de las razones por la que Cadáver Exquisito es una banda que ha sido y es poco apreciada en Montevideo –a diferencia de Argentina, específicamente en La plata, donde suelen ir varias veces al año compartiendo escenario con bandas como Milica, Gran Cuervo, u otras fichas del sello Caracol Rojo. En la recesión rockera de los últimos años, cada vez hay menos lugares habilitados para llegar a semejante nivel de sonido y más cantidad de vecinos dispuestos a denunciarlo. Esta relación de amor/odio con Uruguay es posiblemente uno de los temas más evidentes que atraviesan Diagonales –título en honor al ordenadísimo sistema vial de La plata-, con una banda que no sólo encuentra sus principales referencias musicales al otro lado del río, sino también la mayor parte de su público y la mayor parte de sus referencias. En el tema Montevideo estampa Matías Rodríguez grita “Sabías, loco, es un desierto/ Entrena suicidas, tu Montevideo/ Guirnaldas y pomos ajenos/ es el carnaval, hacia el aeropuerto”; en Castorman, Guillermo “Castor” Nigro canta “¡Montevideo!/ Una imagen de planos grises se apodera de mi cabeza/ ahí está bostezando junto al río”. Analizar las letras de Cadáver Exquisito es una actividad poco usual, considerando lo difícil que es recoger palabras entre el granizo de distorsión, pero pronto se presenta como una actividad muy útil para encontrar algunas de las curiosidades de la banda. Quizás por tener un pie en Luis Alberto Spinetta y otro en Black Flag (entre las piernas pasan otras bandas, como Pappo Blues, Pez y Color Humano) la banda presenta una identidad extraña, por momentos inverosímil, que es la combinación del riff ganchero y la excursión prog, el grito de tribuna y referencias a Lacan (“ser mal actor en tanto, que el director es amo/ ser en verdad es traicionar/ el sentido puede ser perforado/ hacer agujeros en tu ser silenciado”, cantado por Manuel Souto, completando la terna de cantantes que se van pasando el micro tema a tema). El matrimonio improbable y extraño encuentra su máxima claridad en el único verso de Freedom Fighter, “No pude atarme al mastil!”(referencia homérica o chiste interno), cantado por una tribuna en el tema más al palo y volado del disco.
Santa Cruz puede considerarse en el terreno local como una banda epigonal –quizás más cercana a los densos riffs del stoner rock que los pibes de Cadáver-, pero en ellos las línea vocales –cuando las hay- sirven para acompañar el viaje sónico, quizás para agregar un ligero toque impresionista. En Diagonales las letras son parte integrante de la música, pero la referencia a la alta cultura presenta la curiosidad de no hacer cortocircuito con el tono despreocupado, viajero de muchos de sus temas. A las varias leídas, uno se da cuenta de que, a fin y al cabo, Diagonales no es más que una bitácora de viaje de las múltiples huidas de la banda hacia otros rincones, primando –especialmente en las letras de Matías Rodríguez-, una cierta herencia del estilo de Henry Miller sostenida en el gusto por la enumeración y la ausencia de artículos. Porro, ácido, quedarse a dormir en lo de amigos y más porro, todo está ahí, oculto en el disco como en el fondo falso de un auto que intenta pasar por la aduana.
Los experimentos en la mayoría de los casos dan resultado (salvo algún abuso del wah wah, algún interludio un poco más largo de lo que debería en un tema, alguna sección vocal desafortunada). Comparando con el disco anterior, las voces –el auténtico flagelo de la banda- funcionan mejor, optando por gritar lo que no podían cantar. En su totalidad, Diagonales es un disco de picos, de intentar encontrar cuál es el momento más alto de la ola, de ver hasta cuánto tiempo uno puede aguantar sin respirar sumergido en el río de distorsión.
La portada hace honor a la música que encierra: un flujo, una marejada multiforme de dedos, bocas oídos y narices, un cuerpo sin órganos deleuziano o una jeta percibida en un mal viaje de ácido, como prefiera percibirlo y clasificarlo el escucha.

1 comentario:

  1. coincidimos en varias cosas! buena banda de rock.
    Llueven Sapos (banda de rock)

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