Cuerpo y música
Desde el día de hoy hasta el domingo 28 de
octubre las más importantes salas
comerciales de Montevideo (Casablanca y los Moviecenter de Montevideo Shopping,
Portones y Punta Carretas), serán hogar de una nueva edición del Festival de
Cine de Montevideo, que en su onceavo aniversario traerá una considerable
cantidad de films e invitados especiales, configurando un evento al que habrá
que seguir de cerca.
Hacer un repaso de las actividades y grilla de un
evento tan vasto siempre exige un cierto recorte -por demás arbitrario- pero a
los efectos de dar un pantallazo general de los films exhibirse, podría
compartimentarse parte de la muestra en una serie de eventos y elementos
coincidentes. En primera instancia, cabe mencionar la fuerte presencia de films
latinoamericanos (algo que en cierto punto también fue una de las principales
líneas en el pasado Festival de Cine de Punta del Este), con algunos invitados
entre los que se destacan importantes presencias de Brasil y Argentina.
Cruzando el Río de la Plata llegará Víctor Laplace, presentando Puerta de hierro, película sobre los
días de exilio de Juan Domingo Perón en España, que cuenta con la peculiaridad
de aún no haber sido estrenada en su país de origen. Por su parte, agregando la
esperada última película de Pablo Trapero, Elefante Blanco (con la presencia
protagónica de Ricardo Darín), el festival cerrará con Días de pesca, última película de Carlos Sorín (director de joyitas
del cine independiente argentino como Historias
mínimas y El perro, que también
pisará nuestras tierras el 25 de octubre) que nuevamente se traslada a la
Patagonia para relatar los pequeños dramas de asordinados personajes que
intentan encontrar la redención.
Por parte de Brasil, el Festival al tener importantes
contactos con el Festival de Florianópolis, contará con un fuerte peso de films
e invitados de nuestro vecino norteño, entre los que se destacan Henrique de
Freitas Lima (presentando su film Cuentos
gauchescos, película que tiene algunos puntos de conexión con el documental
Los últimos cangaçeiros, de Wolney Oliveira –quien ya hubiese visitado Uruguay
en la última edición del Festival de Cine de Punta del Este), Ninho Moraes
(co-director con Francisco César Filho de Futuro
del pasado: Tropicalismo Now, film que como indica el título es un ida y
vuelta de pasado a presente –y futuro- sobre conciertos en vivo y las
peculiaridades de uno de los movimientos musicales más relevantes de la
historia de Brasil) y el mítico Nelson Pereira dos Santos, una de las más
importantes figuras del Cinema Novo, que estará presentando La música según Tom Jobim y a quien se
le declarará Ciudadano Ilustre por la Intendencia Municipal de Montevideo, el
próximo lunes 22 de octubre.
Música
al borde de la muerte
Parte de la curiosidad de estos dos últimos
títulos (Futuro del Pasado: Tropicalismo
Now y La música según Tom Jobim)
es el protagonismo que ha tenido la música en lo que refiere a la grilla de
programación. El festival no sólo cuenta con otros documentales vinculados a la
música autóctona de ciertos países (entre ellos el film El Liberdade -film
sobre un pintoresco bar de Pelotas que ha concentrado una mítica cantidad de
músicos a lo largo de su historia- y Bertsolari –un documental de Asier Altuna
sobre un particularísimo estilo y tradición de poesía oral vasca), sino también
dos famosos conciertos: Queen, Rapsodia
húngara en vivo en Budapest y The
Doors at the Hollywood Bowl. Ambos materiales –a proyectarse casi siempre a
horarios nocturnos, como en la vieja tradición uruguaya de conciertos
cinematográficos (como habría sido, por ejemplo The song remains the same)-
cuentan con la particularidad de trabajar sobre un material remasterizado,
incluso en alguna que otra ocasión agregando material que había quedado descartado
por problemas de sonido en su versión original (específicamente en el concierto
de The Doors se agregaron varias outtakes y temas agregándole casi meda hora
extra a lo que había sido su registro original). Dos conciertos que coinciden
en la contraposición entre su pirotecnia emocional y la cercanía de la muerte
de sus líderes (Morrison moriría en una tina de baño tres años más tarde, en
1971 –el concierto en Hollywood Bowl es casi por así decirlo la marca de agua
de su momento más alto como performer, en donde parecería estar en la cima
viendo todo lo que vendría después- y Freddy Mercury en cuestión de cuatro
años, muriendo de la enfermedad del Sida que durante mucho tiempo intentó
ocultar), que encuentran en su formado cinematográfico una buena oportunidad
para extraerle un poco de su magia real a estas bandas insignes.
Llamale
Génesis
También vinculado al terreno de la música está el
film de la francesa Marie Losier, La
balada de Genesis y Lady Jaye, curiosísimo documental sobre el/la no menos
fascinante Genesis P-Orridge, líder de COUM Transmission, Throbbin Gristle y
Psychic TV, tres bandas que redefinieron y ensancharon los límites de la
música, los más grandes evangelistas de la música industrial y dueños de varias
de las performances musicales más impactantes del siglo pasado. Sin embargo, el
aspecto musical es apenas la cáscara de este complejísimo retrato, ya que el
corazón del documental es la relación entre Genesis y su pareja, una ex
dominatrix con la que emprendió un proceso de operaciones quirúrgicas
enmarcadas en un proyecto científico/estético llamado Pandrogenia, impulsado
por Genesis, tomando referencias a la técnica de cut-up impulsada por William
Burroughs y Bryon Gysin. Esta técnica ya existía en la música de Throbbin
Gristle, pero Genesis da un paso más y pretende llevarlo hacia lo estrictamente
corporal, orgánico. Siempre deslumbrante en las entrevistas, Genesis ha
mantenido que más que ser un “él”, o “ella”, siempre quiso ser un “eso”, y su
particularísimo proyecto –que en el fondo pretendía fundirse, al menos
especularmente con su pareja- parece llevar a escena uno de los temas que más
se ha puesto sobre el tapete en los últimos años: la idea de género como
construcción, por fuera de lo meramente biológico, algo que suele ser llevado a
discusión en los múltiples films que integran festivales como Llamale H.
La
marca de la ola
Para dar un cierre a este incompleto informe, el
film cuenta con tres films que atestiguan el mejor momento de tres directores
que han resonado con fuerza en los últimos años. Hambre (2008) es el primer film de Steve McQueen –anterior a la más
reciente Shame, que fue estrenada este año en Montevideo-, película que relata
los distintos aconteceres de los actores vinculados al encarcelamiento de
miembros de la IRA y la posterior huelga de hambre. Durísima y escatológica
como pocas, pese a la diferencia de tono y escenario con respecto a Shame (2011), Steve McQueen muestra un
par de hilos conductores entre estos dos films, que es una particular obsesión
del cuerpo como escenario de disputas y proyecciones, pero también como límite.
En lo que en una es el sexo y la otra es las funciones corporales básicas
–hambre y excrementos- dos películas de una inmensa violencia, que sin embargo
–pese a los hechos concretamente violentos que ocurren en Hambre- parecen
ocurrir desde adentro del pecho, como una implosión en cámara lenta.
En el lado más opuesto de la balanza, Moonrise Kingdom (2012) encuentra a Wes
Anderson con un film que, si bien parece chico en comparación a Los excéntricos Tenembaum (2001), La vida
acuática (2004) o Viaje a
Darjeeling (2007), es el que más lejos ha llegado en lo que refiere a
lenguaje cinematográfico, en esa construcción de escenarios como si fuera esos
libros con escenarios plegables, los juegos de plano-contraplano, encuadre
central de los personajes y esa extraña mixtura entre Bresson y Alicia en el País de las Maravilla. Se
le puede acusar responsabilidad por la obsesión en tonos pastel y ciertas
ridiculeces emocionales de muchos films indie, pero Moonrise Kingdom es una obra de autor, donde todo parece ser
posible.
Finalmente, el documental contará con A propósito de Elly (2009), película de
Asghar Farahdi, que también había deslumbrado recientemente el escenario local
por su excelente La separación (2011)
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