Retrato de una derrota
En un momento de Las malas intenciones (película dirigida por Rosario García
Montero, seleccionada por Perú para representarlos en las precandidaturas a los
Oscars), la niña Cayetana, durante un largo viaje en auto a la costa de Lima,
apresa una mosca en un diminuto vaso, reteniéndola hasta que salen del auto. Ni
bien pisa tierra, la suelta y le dice “puedes escaparte, ahora estás sola y no
encontrarás a tu familia”. En esta tónica de pequeñas maldades bordeando lo
existencial transcurre la vida de Cayetana, la hija de una familia
perteneciente a la alta burguesía peruana, que en los álgidos ochenta vive a
fuego cruzado entre las oscuras amenazas del Sendero Luminoso (ambientada
específicamente en el 83’ año conocido por las masacres de Uchuraccay) y la
certeza del nacimiento de un nuevo hermano. A diferencia de la linda sorpresa
que se imaginaban su madre y su padrastro, en el preciso momento que Cayetana
recibe la noticia, decide –o más bien, sabe-
que ella morirá el preciso día del alumbramiento (proyectado para el 2 de
mayo). La película, de esta forma, traza un arco imaginario entre esta noticia
y esa marca de llegada, en el que la niña pasa sus días con el peso de una
maldición sobre sus hombros.
En esta clave, la película recuerda bastante a El encanto del erizo (Mona Achache, 2009),
donde también contaba con el protagónico de una niña de clase acomodada que
agenda su muerte en un día determinado. Las dos también son portavoces de
pequeños cortocircuitos inter-clase, las dos leen a su manera aspectos y
situaciones que circulan a su alrededor. El punto de divergencia, sin embargo,
es que a diferencia de la excesiva –y muy a menudo infumable- lucidez de la
niña de El encanto del erizo,
Cayetana es un prisma en donde se interpreta de manera muy diferente y, por qué
no, frágil y deformada lo que ocurre a su alrededor. Si con El encanto del erizo la niña era un
microscopio de los usos sociales de su micromundo burgués, Cayetana es el
reflejo cóncavo de una cuchara, estirando y dando vuelta todo lo que ve.
A pesar de su insistencia en pensar en voz alta
–ciertamente, en algunas escenas habría sido preferible dejar fuera del guión
algunos de estos parlamentos-, siempre hay algo que se le escapa, una
ambigüedad entre lo infantil y lo adulto, lo dulce y lo amargo, lo tierno y lo
ominoso que, de algún modo, coloca a la protagonista más cerca de los papeles
de Ana Torrent en Cría cuervos
(Carlos Saura, 1976), o El espíritu de la
colmena (Victor Erice, 1973). Retomando este último film, si bien la
información circula de forma más explícita que aquellos pasajes casi oníricos
de la España franquista, Las malas
intenciones acierta en el retrato de ese mundo encapsulado de la clase alta
peruana, siendo progresivamente cercado por la amenazante presencia del grupo
guerrillero del que sólo se tienen lejanos restos y marcas de presencia
(especialmente impactante es la escena de la hoz y el martillo prendidas fuego
en una colina, así también el ahorcamiento masivo de perros en varias esquinas
de Perú –algo que concretamente sucedió y que fue una de las referencias
iconográficas más indelebles de aquellos años). Esta idea de cercado, de
encerramiento sobre sí mismo es uno de los leit motivs de la obra, con varias
referencias que van desde la medianera cada vez más alta de la casa de
Cayetana, hasta los cobayos que no se animan a escaparse de la muralla de
ladrillos, más allá de que prontamente serán cocinados.
En este sentido, Las malas intenciones está parada en dos patas de referencias
culturales marcadas por la oscuridad: la primera, la condición melancólica y a
veces directamente morbosa de las canciones infantiles típicas (cantadas por la
misma Rosario García-Montero), que no pocas veces versan sobre muertes,
separación racial y tragedias de la más diversa índole; la segunda, algo que
trasciende la historia de Cayetana y que habla solapadamente de cierta
imaginería cultural y trasfondo emocional de la cultura e historia peruana.
Cayetana está fascinada con los héroes peruanos,
casi todos marcados por tragedias o grandes derrotas. Tal como ellos, Cayetana
sabe que no puede hacer mucho para evitar la inminente llegada de su hermano –y
con ella, tal como prometió/supo, su propia muerte-, por lo que coquetea una y
otra vez con las formas heroicas de abandonar el mundo de los grandes mártires
de su pueblo (García-Montero rompe la narración clásica y permite súbitas
visitas de estos personajes históricos a la vida de Cayetana).
Este es posiblemente uno de los puntos más
interesantes de la película, la lectura soslayada de cierta peruanidad
derrotista que ha marcado la historia emocional de dicho país. En un momento
particular, Cayetana, en un golpe de lucidez tremendo, pregunta a su maestro
por qué todas las fechas patrias celebran grandes derrotas, y es que justamente
esta es una gran muesca que ha atravesado una parte importante del imaginario
peruano. El historial de dicho país incluye una variopinta cantidad de figuras,
como la del aviador José Quiñonez Gonzáles arrojándose en su avión contra las
baterías aéreas ecuatorianas; Tupac Amarú siendo literalmente despedazado por
las fuerzas españolas; Francisco Bolognesi perdiendo la vida en la derrota de
su ejército en la Guerra del Pacífico (negándose a rendir más allá de que las
fuerzas lo superaban ampliamente en número); la derrota naval de Miguel Grau;
José Olaya comiéndose las cartas que debía transportar antes de ser
interceptado y torturado; y pasando lo meramente militar, la victoria futbolística
de Perú, anulada por el comité europeo en las Olimpíadas de Berlin, 1936 (cediendo
a presiones de Hitler), o el accidente aéreo del Alianza Lima en 1987,
llevándose a la que muchos dicen habría sido una de las mejores generaciones de
futbolistas del país.
De esta forma, Las
malas intenciones cuenta con la peculiaridad –y mérito- de ser muchas
películas al mismo tiempo: no sólo el retrato de una niña intentando de
percibir cuál es el límite para entenderse a sí misma, sino la de una realidad
social determinada (un friso en clave de los años del Sendero Luminoso) y el socarrón
comentario del basamento emocional de un país entero.
publicado en la diaria el 4/10/12
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