Filmar lo imposible
En el marco de la nueva edición del DocMontevideo,
contamos con la llegada de varios documentalistas que presentarán sus películas
en “La semana del documental”, al tiempo que coordinarán talleres con
realizadores del área local. Uno de los invitados es el lituano Audrius Stonys,
realizador de una gran cantidad de cortos documentales (entre ellos Tierra de ciegos, ganadora del premio a
mejor documental en los European Film Awards de 1992), que presenta Ramin, su última película, basada en la
vida de un ex luchador georgiano que decide emprender una búsqueda por un
antiguo amor de su juventud –a quien no ve desde hace cincuenta años. Aprovechamos
su visita para hablar sobre este film y sobre su cine en general,
particularísimamente rico en imaginería y temáticas comunes
Tanto
en Ramin, como en otras películas tuyas como Uku Ukai (2006), Tierra de
ciegos (1992), o Viena (2001) hay un foco particular en los niños y los
viejos ¿Hay alguna razón en particular para esta elección?
No sé si es más fácil, pero es más interesante
porque los niños y los viejos son reales, no pretenden. Los adultos saben cómo
manejarse con la cámara, saben cómo proyectarse a sí mismos en las pantallas y
la vida misma, y eso hace las cosas un tanto más complicadas en films
documentales. Los niños no actúan, son como son. Los viejos tienen demasiadas
cosas escritas en sus papeles, ya no necesitan hablar, su paciencia, sus manos,
sus arrugas ya hablan por sí mismas. También tienen una gran historia detrás de
ellos, por lo que ver a través de sus ojos es más interesante.
¿Ves
que hay una conexión específica, como una parábola en la que se tocan los niños
y los viejos?
Sí, en realidad lo que me pasa es que no estoy
particularmente interesado en la vida cotidiana. Estoy más interesado en
cuestiones metafísicas. Curiosamente los niños y los viejos, quizás por su
proximidad al misterio de nacer y morir están más cerca de ese tema. Mi misión
siempre ha sido filmar aquello que es imposible filmar, por ejemplo, la gente
ciega, cómo ven. O cómo filmar la soledad, no sé, estas cosas que no tienen una
específica expresión visual. Pero creo que el cine puede hacerlo, el cine es
capaz de tomar registro de estas cosas. Le dejo la vida cotidiana a la
televisión, ellos lo hacen perfectamente bien, no necesitás el cine para
explicar eventos políticos o asuntos actuales.
Bueno,
en ese sentido, no sólo se puede llevar a mención un film como Tierra de ciegos [donde justamente se intentaba recrear las
imágenes de una parsona ciega], sino en un documental tuyo mucho más convencional
que es The bell, donde todo circula
alrededor de la búsqueda de una campana de iglesia hundida en el fondo de un
lago
Fue muy engañoso el proceso de ese film, porque
parte de nosotros sabíamos que era posible que esa campana no existiera. Y es
imposible hacer films si vos no creés en aquello que estás buscando. Es como si
no creyeras en vos mismo. Entonces tuvimos que tratar de convencernos a
nosotros mismos de que quizás, quizás aún, existía. Después, más o menos al
final del film llegamos a la conclusión de que posiblemente sea un mito, un
cuento de hadas que tiene raíces en la cultura asiática. Sabés, nosotros los
lituanos somos el último país de Europa en haber aceptado el cristianismo,
nosotros aceptamos el cristianismo recién en el siglo XV, antes éramos paganos,
por lo que esta tradición sigue estando muy viva. Podés ver fragmentos de la
antigua cultura, incluso en las iglesias católicas tomamos muchas cosas de
nuestro pasado pagano. Las campanas también son una herencia de esto. En la
época de las cruzadas, todos tiraban las cosas sagradas que temían que fuesen
sacrificadas por los cruzados. Hay un montón de cuentos que tratan justamente
de esto, de párrocos que tiran objetos sagrados al lago. Incluso, que hay una iglesia
entera sumergida en un lago.
En
esas preguntas metafísicas que mencionas, ¿sentís un vínculo especial con
Andrei Tarkovski?
Amo los films de Tarkovski, por lo que fui muy
influenciado por él. Para mí fue un gran descubrimiento, un gran cambio en mi vida.
No he tratado de imitarlo, creo que es imposible hacerlo, pero creo que de
alguna manera un link, o una influencia existe, porque creo que él es el hombre
más grande de la historia del cine.
Volviendo
al asunto que decías de esa cosa natural que percibís en niños y viejos, veo
que tendés a filmar un montón a animales ¿Es la misma razón por la que elegís
hacer foco en ellos, o percibís algo diferente?
Creo que me gustan los animales porque no mienten.
El cine documental se trata de captar esos momentos de verdad y los animales te
dan sólo verdad. Es difícil eso con la gente, porque mienten todo el tiempo,
incluso los niños pequeños. Pero los animales nunca mienten, porque son muy
reales. Tienen una simplicidad bellísima. El paraíso no está perdido para
ellos.
Creo
que, en ese sentido, lográs, incluso en Ramin,
fotografiar a los animales como si fueran personas. Como si tuvieran una
personalidad propia de un personaje.
Es que tienen
una personalidad. No estoy inventando nada. Toda esa forma de comunicarse en
particular detenta una personalidad auténtica. La manera en que hacen los
sonidos… en Ramin está la escena esa donde el gato prácticamente parece estar
hablando con el pollo. Se acicala, parece estar pidiéndole algo y el pollo se
fastidia con su presencia…
Metiéndonos
en Ramin, algo particular que noto en esa película con respecto a las otras de
tu autoría es que, pese a la existencia de preguntas metafísicas, hay un escenario
posible para lo cómico.
Sí, creo que eso se dio fundamentalmente, más que
por una disposición mía, por el personaje de Ramin, que es un personaje entre
cómico y melancólico.
¿Cómo
diste con el personaje?
Un amigo productor de Latvia estaba haciendo un
documental de lucha libre de Georgia, y el tipo llevaba casi cinco años
haciéndolo y se quedó trancado. Fue así que me dijo que mirara lo grabado y le
diera un consejo de a dónde podía seguir dirigiendo el documental y esas cosas.
Yo le di mis consejos, pero que no podía sugerir demasiado, ya que no era mi
documental, pero una de las personas tratadas era Ramin y pensé que podía ser
interesante tratar de indagar más sobre este tipo. Es por eso que me puse a
investigar sobre él. El documental se filmó en una expedición de investigación
de una semana y después se dio en una expedición de filmación de catorce días y
con eso bastó. La vida es muy intensa y eso lo ves en el film. Es su
cumpleaños, va a visitar la tumba de su madre y después decide ir a buscar su
novia de hace cincuenta años atrás. No necesitábamos más que eso.
Hay
un momento en particular en el que estas filmando a Ramin dentro del auto y la
música parece propia del documental, pero de repente la cámara se dirige hacia
el asiento trasero y hay una banda tocando. Es un humor que me hizo acordar
mucho a Kusturica.
Sí, pero mirá que eso no fue escenificado. Ellos
tocan todo el tiempo. Incluso en las olimpíadas, donde hay luchadores, si ves a
alguno de Georgia te encontrás con esas flautas y esas percusiones tan
características. Siempre llevan a alguien entre la audiencia que pone esa
música. Ellos no pueden luchar sin el
sonido, están demasiado acostumbrados a eso.
¿Hay
un tipo de humor lituano, que lo hace distinto a otros países?
Sí, creo que somos una nación bastante triste.
Creo que tenemos muchas similitudes con Uruguay en ese sentido, vivimos en
puntos muy distantes del mundo, pero los dos tenemos tres millones de
habitantes, los paisajes, sobre todo en lo que refiere a agricultura, es
bastante parecido y Montevideo y Vilnius se parecen mucho como ciudades. Los
lituanos somos muy testarudos, tanto en lo bueno como en lo malo. Es difícil
movernos, por lo que si nos movemos es difícil pararnos. Es como con el
cristianismo, nos tomó un montón de tiempo tomarlo, pero somos posiblemente hoy
en día uno de los países más fuertemente cristianos del mundo, quizás sólo
después de Polonia, que es difícil vencerlos en ese terreno.
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