La
torre de Babel
En las flores del mal tenemos sólo a dos
personajes, Gecko (Rachid Youcef) y Anahita (Alice Belaïdi), mientras que el
resto del mundo parece un resto de virtualidad que sólo parece tomar cuerpo en
la pantalla de una computadora o un Smartphone. Uno podría pensar que tal
retiro del mundo podría interpretarse por la locura amorosa que lleva a dos
personas prácticamente desconocidas a refugiarse entre sí, pero la ópera prima
de David Dusa pretende ser mucho más que una versión 2.0 de Antes del amanecer (Richard Linklater,
1995).
Tanto Gecko como Anahita le dan consistencia a su
existencia por medio de las redes sociales, sólo que en términos prácticamente
opuestos. Gecko utiliza facebook para colgar videos en los que se lo ve
ensayando coreografías de breakdancing,
o haciendo parkour (esa curiosa
actividad de reconfigurar el entramado urbano como un mapa lleno de saltos y
piruetas). Podría decirse que, lejos de su vida de botones en un hotel –donde
conoce a Anahita- las redes sociales es el único espacio donde encuentra su
libertad, donde puede autoconstruirse como aquella persona que quiere ser.
Anahita, por el contrario, llega a París luego de los levantamientos iraníes
del año 2009 y las redes sociales son un grillete que la mantiene apresada,
incapaz de poder reinventarse a sí misma, o “empezar de cero”, como señala en
un momento del film. Esto guarda especial relación con el marco vital de cada
uno: Gecko es un ser físico, nómade, sin familia, pasado, o cualquier cosa que
lo ancle a algún contexto social o simbólico, mientras que Anahita es una
continuación de su computadora, atrapada por el vórtice de lo que ocurre en su
país, casi como si sólo su cuerpo se hubiese ido de allí.
El romance que se va gestando entre los dos está
asediado por la pantalla traumática de los videos de protestas en youtube,
filmados por temblorosas cámaras de celular (muchas veces montados
disruptivamente en paralelo con lo que sucede en el film). En cada momento,
Anahita teme encontrar a uno de sus amigos apresado, o lo que es peor, apaleado
o directamente muerto. La propuesta estilística de Dusa es intercalar o solapar
el registro virtual con el real, mostrando cómo en tiempos de las redes
sociales, todo se vuelve más indefinible o inseparable, en una fragmentación de
múltiples realidades y geografías. A este efecto, debemos sumarle el recurso
del director a proyectar en la misma pantalla las conversaciones que se llevan
a cabo en twitter o el chat de facebook, volviendo todo un palimpsesto de
virtualidad sobre virtualidad.
Lamentablemente David Dusa en determinado momento
del film cae en repeticiones y pronto el recurso de los cruentos escenarios de
batalla se vuelven predecibles y ciertamente molestos. El posible problema de Las flores del mal es que no está a la altura
de sus ambiciones, no sólo técnicas, sino también temáticas. Por momentos
parecería que el director tirara referencias y metáforas sin medir mucho de qué
manera pueden aportar o restar a la trama. A Anahita le pone el pseudónimo de
Mrs. Dalloway (el personaje creado por Virginia Woolf en la famosa novela que
lleva el mismo nombre), hace que Gecko se ponga a recitar la obra de Baudelaire
que le da nombre al film y se hace referencia al cuadro “La torre de Babel”,
del pintor flamenco Pieter Brueghel. Esta última obra, referencia a aquella
maldición bíblica por la cual Dios hizo que las personas hablaran distintos
idiomas para que no se entendieran entre sí y no lograran construir una torre
hacia el reino de los cielos –proponiendose quizás, la existencia de las redes
sociales como una suspensión posmoderna de este sortilegio- es la única
referencia cultural que realmente tiene algo que decir sobre lo que pasa entre
los dos personajes, internet, o incluso entre Anahita y el país del que acaba
de escapar. El resto, por momentos, parece relleno, o efectismos vagamente
legitimadores.
El único momento realmente significativo y, por
así decirlo, poético, es cuando Gecko, luego de tener sexo con Anahita, le
esparce sangre alrededor de su rostro, casi reproduciendo la muerte de Nenet,
uno de los videos más famosos de la represión policial sobre los ciudadanos
iraníes. Cuando Anahita se descubre ensangrentada en el botiquín del baño, ahí
se produce un quiebre, un anudamiento en el que ella logra morir, al menos simbólicamente,
para poder empezar a vivir.
quisiera adquirirla, como puedo, cualquier respuesta mandar un mensaje al correo: t.emps@hotmail.com
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