El próximo 5 de enero dará comienzo la tercera
edición del José Ignacio International Film Festival, en el que se proyectarán
al aire libre (aprovechando las bellezas naturales de dicha locación) ocho
películas de renombre internacional. En calidad de padrino del festival, el
actor, dramaturgo y artista plástico Julio Chávez llegó a nuestros territorios
para el lanzamiento oficial en La huella, el cual contó con la proyección de Un oso rojo, película emblemática
argentina que en el 2012 cumplió diez años de vida.
¿Cómo
fue que diste como padrino de este festival?
La gente de este festival se puso en contacto
conmigo por intermedio de Santiago Loza y él me anticipó que ellos me iban a
invitar a participar. Yo nunca apadriné un festival, nunca fui jurado y creo
que no voy a ser nunca. Padrino no pensé que iba a ser, pero me pareció muy
sereno, sencillo e iniciático lo que ellos estaban haciendo, que todavía esta
teñido de las ganas de hacer, más que de
la obligación de sostenerlo, y es un buen punto cuando uno agarra algo
que presiente la energía del inicio. Me gusta mucho José Ignacio, me gusta
mucho el cine y me gusta la propuesta de esto de juntar un hermoso espacio con
una hermosa actividad que es la de ver una película de una manera gratuita para
cualquiera que venga a acercarse. Escuchás eso y pensas “no entiendo por qué no
voy a apadrinar”. Sobre todo porque tiene un perfil bajo y yo tengo un perfil
bajo, no es que tengo que caretear de algo. No hay nada que esconder ni hay
ninguna ideología que hay que mantener para sostener esto.
Es
un poco lo que pasa con algunos megafestivales, en donde se pierde mucho entre
medio
Es un poco por el famoso asunto del prestigio. Por
ahí te nombran el padrino de un megafestival francés, pero eso no me interesa
mucho. Esto no tiene que ver con el prestigio, esto es un acto amoroso, digamos
y que me hayan designado a mí lo siento como un acto amoroso. El festival
también es un acto amoroso, al igual que un lugar como José Ignacio; si las
películas lo son también, bueno, estoy metido en un asunto amoroso.
Pero
en cierto punto tiene que ver contigo porque van a hacer una función especial,
proyectando Un oso rojo que cumple
diez años de su estreno.
Un oso rojo es una película que hace diez años que
no veo, así que va a ser muy fuerte verla. Es una película que para mí marcó
muchas cosas. Es una película que no iba a hacer, que en un momento pensé que
no tenía que meterme a hacerla. Tuve una relación de mucha tensión con el
director. Caetano es un hombre de un enorme talento, pero no somos animales de
fácil relación. De hecho, fue muy provocativo conmigo. Yo creo que él no quería
que hiciera la película, el quería un no actor, quería un boxeador. Por suerte
la hice, yo tuve un enorme aprendizaje, me gusta mucho lo que pasó y la película
me hizo muy bien desde muchos puntos de vista. Y además, se hizo en una
Argentina que justo estaba justo en la crisis, de manera que el corralito
partió la película en dos, al punto que se dudó de si se podía si se podía
seguir. Por suerte tuvimos una productora estupenda y pudimos seguir adelante
en una situación muy compleja. Compleja porque si bien estaba el dinero para
hacerla, uno no podía sacarlo, entonces no había dinero ni para transportar a
la gente.
En
ese papel creo que se inaugura una seña en tus personajes, que son tipos que
son una oquedad, cuya existencia sólo puede existir como un tercero, algo que
orbita alrededor de algo pero que borra sus marcas particulares de existencia
No se sabe claramente cómo es la génesis de algo, y
además, para mí es algo de absoluta inutilidad buscar la razón. Entiendo que
fue una sucesión de películas que tenían esas características, que a mi me
trajeron un gran aprendizaje en torno a la comprensión de que los silencios no
son jamás iguales. Yo hice tres películas con ese tono: Extraño de Santiago
Loza, El custodio y El otro, que son tres películas muy signadas por el
silencio. Y tengo el gusto de decir que he articulado tres tipos de silencios
con contenidos completamente diferentes, eso para mí eso es muy interesante,
como hacedor de un signo que somos los actores. Y después de eso como que ya
pasó, porque las otras cosas que hice ya no tienen que ver con eso. Tiene que
ver con un ciclo mío, del 2001 al 2005, que están signados con eso y que
concluyen con el premio de Berlín a mejor actor; como que hubo un cierre ahí.
Casual, lo que fuere, pero que encierra esa experiencia, que la enmarca.
Sin
embargo, justo ahora en este último año los actores y el silencio en las
gradientes de intensidad de los rostros han sido marca de los actores más
celebrados. Pienso en Ryan Gosling en Drive, o Fassbender en Shame.
No son materiales que los haya visto, pero creo que
son reiteraciones, todo el tiempo hay una oportunidad para que el arte vuelva
al refugio del silencio como manera de descanso también. Además de que el
silencio contiene las mejores preguntas y las mejores respuestas. Entonces no
está mal que el silencio ocupe un lugar importante. En un cuadro no se producen
silencios, pero sí se producen descansos. Hay en el ojo un lugar donde
encuentra una zona de silencio, aunque sea un cuadro figurativo. Puede haber en
la pintura que tal color pueda producir temblor, o que tal otro produzca
silencio.
Bueno
Kandinsky lo planteaba eso de las vibraciones con la sinfonía y los colores.
Es que la música en ese sentido es un gran refugio
para articular lo que pasa en el trabajo del actor. Vos advertís que una pausa
mal hecha, extremadamente larga o muy corta estropea el material. El sonido de
una voz determinada puede estar componiendo una vibración que no conviene, o
que la ponés porque conviene
En
ese sentido se te puede haber complicado tu participación en la serie Epitafios
por la exigencia de ese español neutro en el lenguaje de los personajes.
A mí es el que menos se me complicó, porque fue el
que más he corregido el texto. Lo hice ir de lo más neutro de lo neutro a lo
menos neutro. Porque siempre en lugar de decir “siéntate” decía “nos sentamos”.
Entonces siempre intentando de salir de ese tema que teníamos, de salir de una
zona inexpresiva (bueno, para mí al menos, porque para un colombiano el neutro
es su lenguaje). Pero para mí neutro es actuar neutro. Entonces teníamos un
tema muy serio con eso, con el “tu me has dicho”. Vos fijate, yo no tengo un
solo “tu” y buscaba la manera que podía para hacer una negociación entre lo que
yo entiendo que es mi lenguaje y lo que ellos necesitaban. Es muy complejo.
Es
una reescritura, prácticamente.
Para mí siempre está bueno la reescritura. Yo a los
autores les tengo un enorme respeto y una enorme falta de respeto; las dos
posibilidades. Una cosa es la letra escrita y otra cosa es la letra dicha.
Parte del trabajo del autor cuando escribe en teatro o lo que fuere es saber lo
que es el trabajo del autor y saber qué es lo que un autor puede decir y lo que
no. Lo que en literatura se aguanta a veces en actuación es insoportable.
Entonces si un autor entrega un material y ese material lo toma un actor el
autor debe también entender que el material entra en el espacio de la acción, y
si hay correcciones no siempre son irreverentes, o pueden serlo para la
pretensión del autor, pero no lo son para la acción, y en nuestro arte lo que
prevalece es la acción. Entonces ahí podemos ir a una mesa de discusión, donde
vos podés defender y hacer la ponencia en la que uno puede decir “mirá, mi rol
jamás podría articular tal frase de tal manera”.
¿A
vos te ha pasado eso con alguna frase específica?
No solamente contenido palabra. Por ejemplo “Miralo
vos, qué acicalado que está Pepe” y vos decís “acicalado en mi rol jamás podría
decirlo”. Y vos le preguntás “él está ironizando?” y te dice “no”, “¿No es una
ironía?”, “no”, “entonces no puede decirlo”. Porque sólo podría decir acicalado
si dijara “Ah, mirá que acicalado que está Pepe” [con tono amanerado], pero si
no es así podés decirlo “mirá como se arregló Pepe”. Por ahí te parece vulgar, pero el personaje
es vulgar. Si a vos no te gusta ese personaje, no escribas teatro, o elegí
personajes que sean amorosos en relación a tu gusto estético. Ese es un hermoso
problema en el trabajo, a mí me encanta ese problema y me encanta la discusión
en relación a ese problema.
El
tema va mucho en el cast, por lo que me decís.
El que hizo el casting definió el cincuenta por
ciento de la película. Es así. Mirá, yo tengo una situación muy particular.
Particular, porque no se me va de la cabeza: Los puentes de Madison, con Meryl
Streep. Yo tengo una enorme crítica a esa película. Yo me ubiqué en el problema
que yo tuve con la película. Los puentes de Madison cuentan una mujer común,
con una vida común, lo que uno podría decir una ama de casa, que de pronto se
queda sola, tiene un encuentro amoroso con un fotógrafo que de repente le
despierta una experiencia inédita. Lo hace Meryl Streep. Gloriosa actriz, con
un instrumento glorioso: un Stradivarius. Y no digo Stradivarius porque sí. Hay
una escena en que ella está en una tina y él le pasa una esponja con jabón y
Meryl Streep –es una muy linda escena- siente, vive y goza de esa situación de
placer en que ella es mimada de una manera inédita por un hombre. Ella se
entrega y hace un proceso hermoso de lo que es la entrega y el placer. Yo me
hubiera levantado del cine y le hubiera dicho a los directores “esa mujer no
puede gozar de esa manera”. Meryl Streep está en condiciones de articular un
goce así, pero una ama de casa que nunca conoció a otro hombre sería una
persona que no sabría ni cómo articular lo que le pasa. Me entendés? Entonces
son esas cuestiones que vos decís: hay cancionetas italianas que es mejor que
las cante una guitarra rota que en un Stradivarius. Porque esa canción vibra
más en una garganta rota que en Pavarotti. Eso me encanta con el arte. Es un
problema de los más lindos. Es un problema para discutir. Nuestro problema es
que tendemos a querer que haya una razón, no nos bancamos quedarnos en el
espacio de la discusión, la interrogante. Por eso es que a veces aplaudimos los
premios, porque es la ceremonia de jugar a que hay verdades, y no las hay, ni
en general ni en particular.
Justo
en Francia, una de las películas de
Caetano, Natalia Oreiro hace de una limpiadora que está muy en el horno, en una
situación muy desamparada y me acuerdo que un actor y director me había dicho
que él no le cree a ella porque en la Argentina que retrata, una chica tan
bella se las habría arreglado de otra manera.
Yo creo que a veces en el casting el instrumento que
elegís debe contener un porcentaje importante del asunto. Glen Close en
relaciones peligrosas, esa cara cuando mira de costado tiene el 50% del
material. Maria Schneider en El último tango en París
Uno
ve a las tetas de la Schneider y se da cuenta de que no sólo son parte
fundamental del personaje. Ellas, por sí solas, son parte de la actuación.
Pero por supuesto que sí. Fellini lo veía muy claro,
el no elegía casi actores, elegía a objetos, casi, que contenían los objetos
que él quería tratar. Entonces aparece en Amarcord esa tipa con esas caderas,
que camina con ese vestido y eso es parte del contenido! Que actriz te lo puede
hacer así? Ahí depende de qué mundo, que tipo de objetos para construir tu
mundo querés traer. Para Los puentes de Madison, Meryl Streep no me sirve, me
va a traer otros asuntos, que no me sirvo. Igual, el arte tiene un asunto digno
que es “no te creo así”, pero cualquiera tiene la posibilidad de cambiar. Por
ejemplo, Charlize Theron en Monster, esa actriz uno nunca hubiera pensado que
pudiera hacerlo al comienzo. Lo mismo con Brando en El padrino; no lo querían a
él, pero por eso Brando llama a Coppola diciéndole “tomame un casting” y lo
invita a la casa, y cuando le abre la puerta Brando… eso es hermoso, para mí no
hay cosa más bella que esa. Es quebrar lo que uno cree que siempre es así. ¿Es
así? Ah bueno ¿Ah, bueno qué?
Hola, mi nombre es Claudia, quería decirte que me encantó tu nota,es un placer seguir descubriendo a Julio Chávez a través de interesantes entrevistas como ésta y por último te quería preguntar si existe la posibilidad de que compartas en éste blog el audio de tu entrevista, desde ya muchas gracias. Claudia.
ResponderEliminarConcuerdo con el comentario anterior,Julio Hirsch nos sigue sorprendiendo no solo con sus excelentes trabajos actorales y demás tareas artísticas que desarrolla sino también con sus interesantes reflexiones y sus percepciones personales acerca de la vida en base a sus experiencias.
ResponderEliminar