lunes, 18 de marzo de 2013

Rincón de Darwin (Diego Fernández, 2013)



Hacia ninguna parte

En aquel redondísimo corto llamado Nico y Parker, que Diego Fernández –junto a Manolo Nieto- dirigiera en el año 2000 (el antecedente más próximo al fenómeno de 25 watts), los dos protagonistas interpretados por Leandro Lagos y Federico Veiroj esperaban incansablemente la partida de un camión sisterna, montando guardia, estáticos, frente a la estación de bomberos. En Rincón de Darwin, trece años después, los personajes son Gastón (Jorge Temponi), Américo (Carlos Frasca) y Beto (Jorge Esmoris), que casi de manera opuesta, se mantienen en movimiento rumbo a un célebre sitio coloniense llamado “Rincón de Darwin”, sin saber qué esperan encontrar.

Gastón intenta sobrellevar una reciente ruptura con su pareja, con la que tenía planeado reciclar e irse a vivir a una antigua casa de su abuelo. Cuando el desinterés de su ex se hace presente, decide liquidar aquella propiedad, recibiendo de parte de su padre la noticia de que debe viajar al terreno que da nombre a la película para regularizar la situación de otro terreno que heredó de su abuelo. En ese camino se le suman Américo, prolijo y escrupuloso escribano de la familia y Beto, fletero mucho más suelto y siempre dispuesto para la conversación. Fiel a la lógica del género de road movie, en el trayecto los personajes aprenderán de sí mismos y de los otros, no volviendo a ser los mismos una vez terminado el camino.

O al menos esa es la idea. Este concepto de aprendizaje intenta guardar cierta relación lateral con algunos pasajes de la teoría evolucionista de Charles Darwin –la cual aparece en un voiceover en inglés en determinadas partes del film- que atraviesa la película de cabo a rabo, remarcando la idea de una evolución que se daría en el interior de los personajes. El primer punto conflictivo en Rincón de Darwin es justamente el hecho de que, salvo cierta idea de que los tres personajes deben ceder ciertas manías propias para poder convivir entre sí, realmente poco puede decirse de lo que terminan por aprender o cambiar de ellos mismos. Ninguno realiza una toma de posición lo suficientemente activa para poder determinar si hubo realmente un cambio –en especial, el caso del personaje encarnado por Temponi parecería más el de una involución, una regresión hacia etapas más cercanas a la adolescencia e incluso infancia-, pero esto no se debe tanto a lo que efectivamente le sucede a los personajes, sino a la forma en que son retratados. El principal problema en esto es que es difícil advertir un proceso en tanto los mismos personajes están reducidos a un par de detalles que sólo versan sobre su forma de relacionamiento, y no tanto su interioridad. Como ejemplo de esto, está la cansadora insistencia en el tema de la tecnología a la hora de retratar a Gastón, detalle cuyo único aporte por momentos parecería marcar una brecha con respecto a Américo, señalándolo como más viejo.

Al fallar la metáfora darwinista, todo el film queda pendiendo de la capacidad de los intérpretes de sobrellevar la historia con ciertos ribetes cómicos, pero aquí también, al igual que con  la metáfora, Rincón de Darwin tampoco parece cerrar del todo. Lejos de plantearse diálogos acartonados, presentar una deficiente construcción de la narrativa del film, o contar con malas interpretaciones (los tres protagonistas llevan con distintos grados de solvencia sus papeles), el principal mal que aqueja a Rincón de Darwin es un tema de tono. Todo el film parece estar atravesado por un efecto extraño, en el que pareciera que cuando se avizora una escena graciosa se sacara de golpe el pie del acelerador, se retirara casi fóbicamente de la posibilidad de jugarse cien por cien al enredo, situación o anécdota que se presta a ser gatillada. Un ejemplo de esto se da en el malentendido inicial que lleva a Américo confundir a Beto como pariente directo de Gastón –una situación que se resuelve después, pero muy fuera del timing estrictamente cómico-, o, más aún, la escena en la que los tres son sorprendidos acampando en un terreno privado por el dueño de la propiedad. En la situación, el propietario engancha a Américo en una posición en la que parecería que estar participando en una especie de relación sexual con sus otros compañeros, pero más allá del “putos” que les grita, nunca sabemos del todo si se refiere a aquello. Lejos de ello, la escena termina sin generar complicidad en el espectador, sin saber si aquello fue idea de uno o voluntad expresa del director. No es un llamado a limar toda posible ambigüedad en la comedia, pero si uno se lanza en una escena a jugarse por un humor en el que se presenta tal malentendido de ribetes sexuales, debe estar dispuesto a ser guarango cuando se debe serlo. Este es el detalle principal de la dirección de Rincón de Darwin, percibiéndose más que nada –y esto no pretende ser un análisis psicológico del director- cierta inseguridad inherente en todo el metraje a la hora de cerrar historias, conceptos, chistes u ocurrencias.

Es como si el film quedara sistemáticamente a medio camino de todo lo que pretende ser, generando una sensación extraña entre la brecha del objetivo al que apuntaba y al que siempre termina desembocando, como si tuviera la mira corrida.

Finalmente, hay otro punto a remarcar, que es la sorprendente duración de dos días de viaje que les toma a los protagonistas su empresa, cuando con la ayuda de cualquier mapa uno comprende que aquello consistiría en no más que unas pocas horas. Exigir un rigor geográfico y realista al film sería injusto en el caso de que no se partiera expresamente de la premisa de un terreno específico (algo que eximiría de culpas, por ejemplo, a los saltos geográficos que se dan en la continuidad narrativa de Gigante –Adrián Biniez, 2009), pero considerando que se parte de escenarios reales, aquello termina por generar una incongruencia de guión inevitable. La única explicación posible a semejante demora sería una sistemática equivocación de rutas que llevarían a los personajes a cuatriplicar el tiempo de llegada a destino. Un devenir errabundo que ilustraría los problemas ya mencionados arriba.  

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