lunes, 11 de marzo de 2013

Genuflexos- Rocky Marciano (Feel de Agua/Esquizodelia/Modulo Rercords, 2013)



Los nuevos pastores

La primera vez que escuché Genuflexos creí que era una grabación en vivo perdida de una banda de la época del boliche Juntacadáveres, o quizás algún otro un poco más cercano en el tiempo: Pachamama, Perdidos. También podría haber sido un bootleg de Reverb, teniendo en cuenta la voz del cantante, que entre una similitud notoria a la forma de cantar del Garza Biniez, por momentos se le escapaba algún recurso a lo Eddie Vedder, después pegando un volantazo en juegos de voces que lo separaban radicalmente a la técnica pulida de aquel vocalista. En mi cabeza, aún sin emitir comentario, se construía aquel escenario: el Montevideo negro de los noventas, fanzines de Solymar, gente con camperas de cuero robadas de algún placar mohoso de sus viejos, razzias, marcas de cervezas ya olvidadas.

Luego de preguntarle a mi amigo que acababa de poner ese disco, descubrí que lo que sonaba era Ex Cine Trocadero, un trabajo editado en el 2007, completamente actual. Siguiendo al título de aquel álbum, que hace referencia indirecta al más polémico que nunca destino de históricas salas de cine uruguayas convertidas en Iglesias Pentecostales, uno percibía en Genuflexos una inmersión arqueológica (más que nostálgica) en el pasado reciente, como si la banda, más que hacer una reverencia retro, estuviese creando un microcosmos en donde aquellos noventas siguieran congelados, en un frío de cámara frigorífica.

Sin embargo, aquello mismo que volvía interesante a Ex Cine Trocadero era justamente su mayor punto débil. Las referencias eran costuras a la vista, por momentos demasiado evidentes, algo que suele pasar con los discos debut de una importante cantidad de bandas uruguayas.

Es en ese contexto de expectativas y suspicacias que aparece Rocky Marciano, segundo vástago de Genuflexos, luego de cinco años de intermitencia y cambios de formación, nacido de la incestuosa unión de tres sellos hermanos –al menos primos directos- Feel de Agua, Módulo Records y Esquizodelia. A una primera escucha, ni bien comienza “Vacas”, uno nota que todo sigue ahí: la curiosa forma de cantar en hálitos de Juan Stoll, las guitarras pérfidas, el espíritu de Ian Curtis que sigue moviendo muebles del living. Sin embargo, uno no le cuesta mucho para descubrir que aquello es algo nuevo y distinto. A diferencia de Ex Cine Trocadero, que parecía estar grabado en vivo, con un grabador análogo adentro de un submarino, Rocky Marciano tiene una fina producción, donde por primera vez permite apreciar algunas cosas que uno pasaba por alto en sus antiguas grabaciones y toques. Especialmente, al escucharse canciones como “Tema nuevo, tema viejo” (que, como indica el nombre, ya aparecía medianamente construido en un bonus track del disco anterior), “Zerfer” (portando un evidente sonido a surf rock, pero pasado por una picadora de carne) y “Bowie Noise” (con una espina dorsal construida a base de una guitarra de un delay disciplinado, impensable para lo que hacían antes) se descubre a Genuflexos como una banda mucho más versátil de lo imaginable, que toma la posta del Topo Antuña y Marcelo Fernández (el dúo de guitarras de Buenos Muchachos), pero la reacomoda en un contexto más sucio y circense, que por momentos parece salido de Birthday Party.

La referencia a Buenos Muchachos va por muchos lados, pero ninguna en un sentido propiamente nostálgico o dependiente. En primer lugar, Rocky Marciano se erige como un disco mucho más climático que el anterior, con una preocupación por texturas diferente a todo lo que antes habían hecho. Después, la vocalística de Juan Stoll maduró hacia nuevos e interesantísimos recursos, ya librándose esa referencia demasiado evidente a Adrián “Garza” Biniez, casi reinventándose tema a tema, haciendo de ella un verdadero instrumento donde no sólo entra en juego las extrañas transformaciones de voz, sino la misma pronunciación, ese proto-inglés charrúa del que Pedro Dalton supo sacar tanto jugo (con letras cargadas en imágenes abundantes en juegos igualmente bizarros, como ese relato de fútbol que por momentos parece la oración de un pastor pentecostal pasado de anfetas).

Rocky Marciano es de esos discos donde se está probando muchas cosas, a veces demasiadas, al mismo tiempo, pero que en un lugar suficientemente húmedo y cálido puede liberar esporas para producir un radical cambio de sonido del Rock Uruguayo. Rocky Marciano puede ser el sonido de ese otro Uruguay post 2010, el Nunca fui yo de esta generación, un experimento de lo que podría venir en un país donde status y nivel de vida aumenta mientras los boliches y lugares para tocar van cayendo como soldados alcanzados por la metralla. Pero más que nada, Rocky Marciano es de esos extraños casos en el rock uruguayo de una banda que de un disco a otro se nota que ha madurado exponencialmente tanto en lo referido a la producción, como a lo conceptual y la ejecución, una triple transformación que lo vuelve una banda que ya dejando atrás el pasado, puede convertirse en algo mucho más grande de lo que se imaginaba.

1 comentario:

  1. te robo esta "reviwe" para el post que estoy haciendo con la discografia de ellos,agur

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